Después de agradecer profundamente la experiencia vivida con Yoli y su familia, y de contar con su autorización para escribir estas líneas, veo la trascendencia del acto mismo de dejar nuestro cuerpo físico, ese instante donde los mundos se tocan, donde el último respiro de un ser querido por partir en este plano es el primero en el plano espiritual.
Al ser seres multidimensionales, tenemos vivencias simultáneas en las dimensiones en que nos encontramos, y casi siempre, sucede que no damos credibilidad a lo que nuestro corazón conoce y por el contrario, nos llenamos de temor ante la sola idea de saber que algún momento volveremos a la fuente eterna de amor.
Yoli había entrado en una serie de paros respiratorios y pese a que su estado de salud cada vez era más delicado y no respondía, aún se aferraba a la vida por alguna razón. Su familia me contactó, para que a través de los ángeles, ella pudiera tener paz en esos momentos de incertidumbre, y comprendieron que se acercaba el momento de lo inevitable. Sucedió que a pesar del dolor, pudimos conocer detalles que no se habían previsto que fueron totalmente sanadores y llenos de amor y realidad, entre ellos, el sitio exacto donde Yoli almacenaba productos del negocio de su propiedad, la razón por la cual se resistía a irse, el atuendo con el que deseaba realizar su transición, conversaciones y mensajes muy claros para cada miembro de la familia, una despedida con un “hasta pronto… te amo” .
Inclusive a mí me dio un lindo y emotivo mensaje para continuar por este sendero, lo cual me llenó de gratitud y motivación. Todo esto sucedió en presencia de sus familiares más cercanos, y cada uno con lágrimas en los ojos, comprendieron con el corazón lo que la mente no es capaz de explicar: la consciencia continúa intacta pese a que el cuerpo no responda y el amor trasciende las barreras físicas, de tiempo y espacio.
Justo 12 horas después de este momento, Yoli había dado su último suspiro aquí y comenzado su renacer en la próxima dimensión. Su familia, aunque sentía una gran tristeza, asimilaba su partida física de forma diferente luego de tan singular despedida.
Honrando su memoria, es que escribo estas líneas, pues a través de ella, pudimos conocer más allá de lo que la ciencia dice, y permitirnos sentir con más amplitud de la que estamos acostumbrados. Nuestros seres queridos y nosotros mismos, continuamos creciendo en otras formas, no necesitamos que alguien nos dé la confirmación de un hecho, es simplemente escuchar la voz de nuestro corazón, esa que ha estado ahí siempre y que hemos anulado por creer que solo lo de la mente tiene validez. Ese vínculo amoroso es el que también permite que poco a poco vayamos viviendo la partida junto con el legado que nos dejaron en vida, para que podamos llevar a cabo la continuidad de nuestra vida comprendiendo que vinimos a trabajar en nuestro sendero y a llenarnos y llenar el mundo de amor, el amor real que nunca termina y es infinito.
Experiencias profundas como sentir el amor eterno y fuerte de un ser querido por partir, nos recuerda a expresar gratitud por las cosas simples y también por aquello más grande, desde que nos levantamos hasta que descansamos, vivir nuestros procesos de forma auténtica, sin intentar apresurar, saltar o dejar a medias, aprendiendo de cada una de las formas de vida que existen alrededor con total apertura y humildad, y sobre todo respetándonos y respetando las opiniones diferentes, es como construimos la vida aquí y cómo nos preparamos para irnos en cualquier momento, porque así de indescifrable e indescriptible es la existencia.
¡Aprendamos a vivir día a día!